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sábado, 30 de marzo de 2013

MindBook - 06: Planificación

Capítulos anteriores: 01, 02, 03, 04, 05

Planificación    
Tras su incursión mental en el pasado próximo creyó oportuno tomarse un respiro. Había sido capaz de detener la avalancha incontrolada de recuerdos que se le venía encima gracias al truquito de las teclas virtuales y se sintió de lo más feliz. Recordar no era una de las actividades que se le daban mejor. De hecho, podría decirse que era una práctica en desuso.

 MindBook nos mantenía en un presente perpetuo, donde los recuerdos quedaban reducidos a meras consultas al sistema. Allí estaba todo: en MindyPedia. Con cumplimentar adecuadamente los campos de búsqueda era suficiente. Todos nuestros datos, conversaciones, mensajes, preferencias musicales, libros leídos, películas, programas televisivos, viajes, historial médico, en suma, cualquier sesión tuya estaba grabada y disponible on-line. Por lo tanto, los ejercicios de abstracción profunda eran un lujo innecesario, además de una notable pérdida de tiempo ya que, según el sistema, las probabilidades de recordar fielmente eran bastante remotas y, en todo caso, fugaces por naturaleza. Sin contar un efecto colateral: el dolor de cabeza insufrible que provocaba. Y, como todo, la práctica era algo fundamental para alcanzar la calidad y la excelencia en cualquier disciplina. Por eso estaba feliz. A pesar del dolor de cabeza, parecía haber descubierto un eficaz mecanismo de control de sus recuerdos y una reproducción extremadamente vívida y precisa de los notables acontecimientos sucedidos ayer en la habitación de su padre. Claro que se trataba de ayer. Pensó que cualquiera podría recordar lo que hizo ayer, por lo que sería bueno plantearse retos de más envergadura: recordar los orígenes, lo que implicaba retroceder al mundo clásico, más allá de MindBook. El sorprendente descubrimiento de la víspera había dejado en su mente tantas incógnitas que no podía sustraerse a este viaje. Además, por alguna extraña causa, parecía que mientras recordaba, no sentía dolor de cabeza. Y creyó tener la explicación: sus recuerdos eran tan reales que reproducían su estado mental y físico. Por esto no sentía dolor de cabeza. Porque ayer, en la realidad, mientras estaba en la habitación de su padre, no tuvo dolor de cabeza –por lo menos, no recordaba haberlo tenido; y aquí ya empezó a hacerse un verdadero lío–. En cambio, fuera del recuerdo, en el sillón, en el presente real, dolía. Y creía que la cabeza le dolía por recordar, por el esfuerzo de hacerlo. Le echó la culpa a la falta de práctica. Tendría que comentarlo con sus amistades, empezando por su invitada.

Consultó la hora en su reloj de pulsera –el artilugio estaba en desuso, un tanto mal visto, pero permitido– y observó que todavía disponía de tiempo antes de ponerse a preparar la comida para él y su invitada. Desde luego, si hubiese sabido de antemano que iba a tener la caja de Pandora dentro de un armario, no la habría invitado. Hubiese preferido pasar con ella –con la caja– el día de su cumpleaños. Pero sería de mal gusto anular la invitación de forma tan precipitada. Y no se le ocurría ninguna excusa convincente. Además, Alma solitaria3476 no se lo merecía. A pesar de su mindyname, de solitaria no tenía nada –si tenía o no alma era una incógnita; decidió preguntarle–. Por lo tanto, dejó la invitación como estaba y decidió volver a los recuerdos. Planificó la operación: fast-rewind hasta el principio de la bobina a ver qué encontraba. Luego, fast-forward con pauses intermedios en hitos relevantes. Tras el stop, vuelto al presente, intentaría integrarlo todo a modo de recapitulación. Luego, de nuevo solo, cumplido su compromiso social y pertrechado con sus nuevos recuerdos –puesto a pensar, le asaltó una interesante pregunta ¿podía ser nuevo un recuerdo?– , se las volvería a ver con el contenido de la caja. Cerró de nuevo los ojos y empezó el proceso: pulsó mentalmente fast-rewind –y pensó que, si se confirmaba la ausencia de dolor de cabeza, podría llegar a hacerse adicto–.

Por descontado, el cursor permanecía impertérrito. Gracias a su inédita e intensa actividad mental, Inquieto8! había conseguido olvidarse de él, pero no existía ninguna garantía de que al cursor le hubiese sucedido lo mismo. Inexpresivo que era.

Continuará...

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