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sábado, 11 de agosto de 2012

Las Cuatro Tolerancias

En una reciente entrada hemos tratado el tema de la Tolerancia y sus límites con el objetivo de intentar definir el concepto y su caracterización como un Valor positivo. Sucede que, tras reflexionar sobre un tema, he experimentado que se abre una ventana de tiempo en la que su recuerdo se mantiene fresco en la memoria próxima y nuestro cerebro le presta, inconscientemente, una atención especial.

En esta corta ventana de tiempo, he sido protagonista de dos sucesos que han puesto a prueba, precisamente, mis propios límites de tolerancia. En especial, uno de ellos, ha despertado una reacción instintiva e instantánea, poniendo en cuestión mis propias convicciones y revelando el enorme peso que éstas pueden representar en nuestro día-a-día.

No creo oportuno exponer en detalle ambos casos, pero sí me gustaría reflexionar sobre ellos como complemento a la reciente entrada del blog a la que he hecho referencia.

Especifiquemos nuestra Tolerancia con precisión.
El primer caso es el que provocó una reacción inmediata, ya que se trataba de un cara-a-cara. Cuando uno tiene una convicción profundamente arraigada, puede considerar como una agresión a sus principios la explícita (o apenas velada) puesta en duda de los mismos. En la anterior entrada dedicada al tema, habíamos establecido la diferencia entre "ofensa" y "daño" y también habíamos defendido adoptar una actitud racional ante una ofensa moral, la cual nunca debería ser tratada como un puñetazo en las narices. Pues bien, tras esta experiencia, mi reflexión es que quizá existe una actitud intermedia que podría definir como Tolerancia "simétrica", concepto que analizaré en detalle más adelante.

En cambio, el segundo caso (un complejo caso de ofensa en un entorno virtual sin cara-a-cara físico) permitió una valoración racional previa, que creo cumplió con mis límites de tolerancia (o de intolerancia, que es lo mismo). Ni que decir tiene que resulta difícil comportarse del mismo modo en diálogos "virtuales" que en diálogos "presenciales", aunque hay quien tiene especial facilidad para repartir, si lo cree necesario, puñetazos literarios. En este caso, mi reacción creo que respondió a la Tolerancia "unilateral" de la que hacía gala, ostentosamente, mi "adversario".

Sin más preámbulos, voy a exponer las, a mi modo de ver, cuatro clases de Tolerancia:

Tolerancia absoluta: la que no necesitaría adjetivarse. Yo la definiría simplemente como La Tolerancia. Corresponde al "poner la otra mejilla" en cualquier circunstancia. Pertenecen a esta categoría (entre otros muchos, por suerte para los humanos) Mahatma Gandhi, la madre Teresa de Calcuta, Nelson Mandela y las Hermanitas de la Caridad.

Tolerancia relativa: Es una forma especial de Tolerancia "absoluta" y se caracteriza por tolerarlo todo, haciendo pública gala de ello, excepto cuando te afecta directamente. Un ejemplo podría ser tolerar (y defender) el robo de comida por parte de "no indigentes" bien alimentados (sólo hay que verlos) en un supermercado con la peregrina justificación de hacer de Robin Hood (o de Curro Jiménez, de actualidad por el deceso del gran Sancho Gracia) para "dar de comer al hambriento". En cambio, con total seguridad, la mayor parte de estos "tolerantes" no aceptarían que se les "expropiase" su propio carro de víveres una vez pagado. Estos individuos practican lo que defino como Tolerancia "relativa". Creo que se trata de la más inhumana, representando lo peor de lo peor.

Tolerancia simétrica: Se da esta categoría cuando aplicamos y esperamos los mismos límites (grandes, pequeños, selectivos, etc., los que hayamos establecido) a nosotros y al entorno. Dicho de otra forma, somos tan tolerantes como deseamos y esperamos que lo sean nuestros semejantes. En mi opinión, es la más humana de todas, lo que no quiere decir que, estadísticamente, sea la más frecuente.

Tolerancia unilateral: Corresponde a quien exige a (o espera de, por su exagerado yoísmo) sus semejantes una amplia tolerancia con "sus" principios, pero concede poca o nula a los de sus semejantes. En resumen, también la podríamos calificar de Tolerancia "asimétrica". Se da la particularidad de que, a menos de que se encuentre con un tolerante "absoluto", en la mayoría de casos, convierte temporalmente a su oponente en "unilateral" pero de signo contrario (por el elemental principio físico y psíquico de acción y reacción).

Elijamos con cuidado la clase de Tolerancia que incorporemos a nuestra Ética personal. Y hoy, para no repetirnos, no hay refranes.

3 comentarios:

  1. Estoy muy de acuerdo en que la "tolerancia simétrica" es la mejor y la más humana de todas. Por otro lado, me parece muy acertada tu identificación, por un lado, y posterior definición, por otro, de esta clase de tolerancia por la palabra "simétrica".

    En cuanto a la "tolerancia absoluta" no creo que exista esta forma de tolerancia ni que deba hacerlo. Por ejemplo, Gandhi nunca propuso "poner la otra mejilla" ante leyes injustas, nunca abogó por la tolerancia absoluta respecto de conductas inicuas y lesivas, en absoluto; lo que hizo fue proponer una forma de resistencia no-violenta. Pero resistencia al fin y al cabo, y no tolerancia. A mi modo de ver, la tolerancia absoluta es indeseable, porque frente a la injusticia, el atropello, la violación de derechos humanos básicos, etc., jamás cabe "poner la otra mejilla" o ser tolerantes. Tampoco creo que ningún gran hombre (Martin Luther King, Nelson Mandela, el propio Gandhi, etc.) la hayan puesto nunca, es decir, que hayan representado algo así como una forma de "tolerancia absoluta".

    Resulta también muy acertada, a mi juicio, la identificación y definición de esa clase "especial" de tolerancia, propia de individuos extremadamente egocéntricos, que a la vez que requieren tolerancia para sí mismos, para sus principios, concepciones, conductas, etc., tienen la impudicia, el descaro y la desvergüenza de negar lo que para ellos reclaman vehementemente y hasta con celo excesivo, a toda otra persona. Yo, igual que muchas otras personas, me he tropezado desgraciadamente con "energúmenos" así, y lo que he aprendido es que con ellos lo mejor es "pasar de largo" siempre que se pueda, porque su capacidad de empatía, es decir, para colocarse en un espacio vital que no sea el de su inflaccionado "yo" es casi nula o nula por completo.

    Estupendo artículo.

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    1. Como siempre, sagaces y acertados comentarios que enriquecen el blog. Acepto la comentada inadecuación de los ejemplos, quizá producto de una simplificación irreflexiva, pero mantengo la categoría. Aún extraña y exótica, creo (o tengo esperanza) que puede haber individuos que la practiquen.
      En cualquier caso, los hago propios, y exhorto a los lectores que los consideren como un "addendum" al propio cuerpo del artículo.

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  2. Me olvidé de comentar una de las clases de tolerancia que mencionas, la "tolerancia relativa". Su identificación, denominación y descripción también me parece que incluye mucho acierto. Indudablemente hay individuos que exhiben una tolerancia bastante farisaica, en tanto que se muestran abiertamente tolerantes con ciertos hechos y conductas, siempre y cuando, claro, esos hechos y conductas que "toleran" no supongan para ellos personalmente ningún perjuicio o sacrificio. Es decir, "toleran" únicamente si los perjuicios o "costes" que acarrea "lo tolerado" afectan a otros. Es la "tolerancia relativa" un tipo de "tolerancia" importante y de uso relativamente frecuente.

    Sigo pensando que este es un muy buen artículo, incorpora una muy notable capacidad analítica.

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