Si visita este blog por PRIMERA VEZ, le recomendamos leer EN PRIMER LUGAR Empezando por el principio.


martes, 12 de junio de 2012

Pensar antes de actuar

De hecho, esta entrada debía titularse “Yo, mi propio líder” y debo reconocer que no me resultó fácil elegir el título, Ya he explicado que, a diferencia de muchos, yo empiezo por el título. Esto me ha valido muchas descalificaciones, entre las que destaco la más frecuente como la más alejada de la realidad: “Esto es empezar la casa por el tejado”. En mi opinión, esperar a terminar un escrito para decidir el título no tiene ningún mérito. Esta actitud es muy cómoda y puede (digo puede) indicar que se piensa con la pluma (o con el teclado del PC). Cito aquí una frase de Schopenhauer con la que, excepción notable, estoy de acuerdo: “Pensar con la pluma en la mano es una gran facilidad para el escritor, pero una gran dificultad para el lector”.

En mi caso, es muy difícil que empiece a escribir sin tener absolutamente claro el esquema, fondo o idea (como lo queramos llamar) del tema a desarrollar. Esto es lo que representa para mí la comodidad máxima. Nada peor para un escritor (por lo menos, para mí) que estar sentado y estático ante un papel (o un “doc”) en blanco. La pesadilla de un escritor (esto sí que lo reconocen todos).

Si al título le llamamos “el envase”, esta forma de trabajar diluye el tradicional sentido peyorativo que la atribuimos a la fachada y a la tópica (por frecuente) preocupación por la Forma (el título) frente al Fondo (las ideas, el contenido). Para mí, en este caso (1), tienen la misma importancia.

Evidentemente, no pretendo extender esta conclusión a todos los escritores que ponen el título tras terminar la obra. Si el título llega tras un consciente análisis de tu propia obra y llegas a la conclusión sincera que expresa lo mejor de ella, título y contenido se confunden en un todo. El título es la obra. Pero, esto no es demasiado frecuente. Pienso, por ejemplo, en los escritores que permiten poner el título al editor o a la sangrante y ofensiva traducción de títulos cinematográficos.

En cambio, el ejercicio de abstracción que representa “pensar” el título, es absolutamente necesario para saber lo que has de escribir. Es lo que en gestión de la Calidad, referido al diseño y desarrollo de nuevos productos, se llama definir “los elementos de entrada”, lo que, en resumen, viene a decir “no empieces a diseñar nada si no sabes lo que quieres diseñar”. Una obviedad, pero el mundo se ha llenado de malos productos (y de malas obras) por no respetar este sencillo y obvio principio.

Y llegado a este punto, con el esquema ya maduro en mi mente, decidí darle vida propia a la extensa introducción y cambiarle el título, dejando el tema original para la próxima publicación. Me pareció muy apropiado hacer un alto en el camino e introducir una reflexión clave en todos los ámbitos, pero, especialmente, en el ámbito personal (2).

Pensar es la clave
“Pensar antes de actuar”. Ignoro la paternidad, que no me atribuyo, pero la realidad es que esta frase (3) la he utilizado hasta la saciedad en mi experiencia profesional, tanto en el ámbito empresarial como en el docente. Llegué a esta frase, tras la compleja descripción que habitualmente se da del concepto “planificación”. Los alumnos se pierden entre terminología especializada (fase, actividad, camino crítico, gráfico de Gantt, gráfico Pert, etc.) que, sin enfatizar lo verdaderamente importante, les aleja de comprender la importancia de lo que se trata. Es decir, de “planificarcorrectamente. Y esto, que nos lo enseñan en Gestión Empresarial, es absolutamente extrapolable al ámbito personal. En mi opinión, debería incorporarse a nuestra Ética.

Filosóficamente, incluye dos conceptos de gran carga: El pensamiento y el acto. Y los pone en secuencia. Es decir, se trata de un proceso (4) de dos actividades (su mínima expresión) pero de gran densidad. Un gran “destilado”.

No me voy a meter en berenjenales relacionados con el pensamiento. Maestros tiene la Iglesia (5). Pero si me permitiré, para terminar, algunas reflexiones sobre el acto.

Acto” es un concepto aristotélico que nació contrapuesto al de “Potencia” en un intento, acertado a mi entender, de explicar el movimiento o el cambio. También veo en esto el embrión del principio de causalidad. Y dado que ya nos vamos alargando, resumiré, aún aceptando ser tildado de superficial.

La Potencia precede al Acto. Todo acto ejecutado, tenía, antes de ejecutarse, la condición de potencia (6). Tenía una potencialidad no manifestada en la realidad perceptible. Es decir, era una intención (un pensamiento), todavía no manifestada, cuya existencia, en sí misma, no era garantía de que el acto se ejecutara. Un ejemplo puede ser una central hidráulica. La energía almacenada en el pantano se llama “potencial” y no se convertirá en “cinética” (en este caso, “eléctrica”) hasta que la corriente de agua (ayudada por la gravedad) mueva los generadores y, esto, depende del simple acto de pulsar un interruptor. Causa y efecto.

Por lo tanto, el “pensar” es lo que crea la potencia en nuestra mente. Es un pre-requisito. Sin ella no habría acto. Y lo deseable es que este proceso sea racional y consciente. Dicho en pocas palabras: “hagamos lo que queremos hacer”. Lo que nosotros queremos hacer. Que nos lo dejen hacer o no es otro discurso. Así de fácil.

“Movimiento es el paso de la potencia al acto” (Aristóteles)
“Todo lo que se mueve es movido por otro” (Aristóteles)
“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado, fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos” (Buda).

1 - Evidentemente, esta reflexión no es aplicable a una lata (el continente) y las sardinas (el contenido).
2 – En repetidas ocasiones he manifestado mi convicción de que la Calidad y Excelencia de todo (la Empresa, la Política) es reflejo de la persona.
3 – Creo que es más que una frase.
4 – Aún no sé en que ámbito, pero “Procesos y Sistemas” es un serio candidato a una publicación.
5 – Licencia literaria. Pido perdón a ateos y agnósticos. Soy un simple mortal que también cae en el tópico.
6 – Abandono desde aquí la mayestática mayúscula. Bajamos al terreno del día-a-día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario